Fuente: El Financiero
La campaña contra el refresco emprendida por el gobierno y la necesidad de los mexicanos por mejorar sus hábitos de consumo, tras dos años de la emergencia sanitaria por el coronavirus impulsó las ventas de agua embotellada y bebidas saborizadas, ‘debilitando’ el desempeño de la comercialización de gaseosas.
Entre 2012 y 2022, el consumo per cápita de agua embotellada tanto natural como saborizada creció 50 por ciento, al pasar de 207 a 310 litros anuales, arrojan datos de Euromonitor y Statista. Mientras que en ese mismo periodo, el consumo per cápita de refresco cayó 8.6 por ciento, al pasar de 112.4 a 102.7 litros.