Fuente: AP
Tokio. Con educación universitaria y un trabajo, Eriko Sekiguchi, de 36 años, debería ser una amiga o cita codiciada para salir por la noche en la ciudad o ir de vacaciones a destinos lejanos. Pero trabaja en Japón, un país donde es difícil superar la costumbre de adicción al trabajo.
A menudo trabaja 14 horas diarias para una gran empresa financiera, lo que incluye reuniones de madrugada y "settai", o encuentros con clientes tras el horario laboral. El año pasado utilizó sólo ocho de sus 20 días de vacaciones pagadas, seis de ellos por enfermedad.