lunes, 29 de junio de 2020

Guerra comercial entre EU y China escala y se está 'poniendo fea'

Fuente: El Financiero

Ni la entrada en operación del T-MEC, ni el reajuste de las cadenas de valor que le podrán beneficiar al país, van a compensar en los próximos dos años la pérdida de confianza e incertidumbre en México, afirmó Alejandro Werner Wainfeld, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Pensando en la recuperación, los expertos creen que los factores del T-MEC van a estar presentes, pero no van, digamos, a compensar totalmente las fuerzas negativas que están generando una contracción en la inversión de la economía mexicana”, alertó el exsubsecretario de Hacienda y Crédito Público.

Durante una videoconferencia sobre la actualización de las perspectivas económicas regionales para América Latina y el Caribe, el especialista del organismo internacional describió que la situación de anemia y de contracción de la inversión en México en los últimos años se seguirá profundizando, dado que el país ya estaba en recesión económica desde el 2019, y dado los indicadores de confianza.

“La nueva noticia de la entrada en operación del T-MEC (el 1 de julio) es importante... las cadenas productivas en el ámbito manufacturero de otras latitudes podrían reubicarse hacia territorio mexicano. Este es un fenómeno que va a ocurrir, lo estamos estudiando, pero claramente va a ocurrir con una lentitud y una velocidad relativamente baja", argumentó.

“Los expertos que siguen la economía mexicana, no creen que tenga la fuerza en los próximos dos años para contrarrestar los factores, a través de la pérdida de confianza e incertidumbre que están gravitando sobre la contracción de la inversión en México, además, obviamente, del gran choque del COVID- 19”, señaló Werner Wainfeld.

Werner precisó que el replanteamiento, que eventualmente se harán las grandes empresas que participan en las cadenas globales de valor, será que su producción esté más cerca de su consumidor final.

Unos buscarán nada más la eficiencia y otros también buscarán el aseguramiento; “en ese sentido la combinación de la entrada en vigor del T-MEC y este movimiento de las cadenas globales de valor claramente deberían de beneficiar a México”, reconoció.

Lo anterior, ante un sombrío panorama para América Latina que reveló esta semana el Fondo Monetario Internacional en la actualización de su Panorama Económico Mundial (WEO, por sus siglas en inglés), que prevé un desplome de 9.4 por ciento este año en la región y de 9.4 por ciento a nivel global y, para México un desplome de 10.5 por ciento.

Banxico tiene espacio
Alejandro Werner aseguró que la tasa de referencia en México, en 5.0 por ciento, todavía tiene espacio para seguir reduciéndose en los próximos meses.

Estados Unidos y China están yendo más allá de las amenazas comerciales combativas y se están asestando mutuamente golpes regulatorios que podrían afectar numerosas industrias como la tecnología, la energía y los viajes aéreos.

Los dos países han incluido mutuamente a sus compañías en respectivas listas negras, han prohibido vuelos y han expulsado a periodistas. Las tensiones están empezando a inquietar a las empresas ante la posibilidad de un cambio del panorama comercial.

“Hay muchas industrias en las que las compañías estadounidenses han hecho apuestas a largo plazo sobre el futuro de China porque el mercado es muy prometedor y grande”, señaló Myron Brilliant, responsable de asuntos internacionales de la Cámara de Comercio de EU. Ahora “están reconociendo el riesgo”.

China intentará evitar medidas que puedan resultar contraproducentes, dijo Shi Yinhong, asesor del gabinete de la nación y profesor de relaciones internacionales en Universidad Renmin en Beijing. Cualquier sanción a las empresas estadounidenses sería un “último recurso” porque China “necesita desesperadamente la inversión extranjera de los países ricos por razones económicas y políticas”.

Se espera que la presión se intensifique antes de las elecciones estadounidenses en noviembre. El presidente Donald Trump y el supuesto candidato demócrata Joe Biden se disputan quién adoptará una línea más dura sobre China.

Trump culpó a China por encubrir la pandemia del nuevo coronavirus, a la que ha llamado “gripe Kung”, ha acusado a Beijing de espionaje ilícito para robar secretos industriales y ha amenazado con una desvinculación total del país. Por su parte, Biden, ha descrito al presidente Xi Jinping como un matón, calificó la detención masiva de musulmanes uigures como inadmisible y acusó a China de prácticas comerciales depredadoras.

Y en Capitol Hill, los republicanos y demócratas han encontrado una inusual unidad en su oposición a China. Los congresistas están deseosos de tomar medidas contra Beijing por su gestión de COVID-19, por las transferencias forzadas de tecnología, abusos contra los derechos humanos y un mayor control sobre Hong Kong.

China ha rechazado reiteradamente las acusaciones de EU sobre su gestión de la pandemia, los uigures, Hong Kong, y el comercio, y ha criticado a la Administración Trump por socavar la cooperación global y buscar comenzar una “nueva guerra fría”. El ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, indicó el mes pasado que su país no tenía interés en reemplazar a EU como potencia hegemónica, y agregó que EU debería renunciar a su “ilusión” de cambiar el país.

Ambas partes ya han tomado una serie de medidas regulatorias destinadas a proteger la cuota de mercado.

Estados Unidos cita preocupaciones de seguridad al bloquear la entrada de China Mobile, el mayor operador de telefonía móvil del mundo, en el mercado estadounidense. Está eliminando drones de fabricación china de las flotas del Gobierno y desalentado el uso de transformadores chinos en la red eléctrica. El Gobierno de Trump también ha tratado de limitar el alcance global de la empresa china Huawei Technologies, el mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo.

Por su parte, China prohibió los vuelos de las aerolíneas estadounidenses al país durante más de dos meses y, después de que EU impusiera restricciones de visados a los periodistas chinos, expulsó a periodistas estadounidenses del país. También ha intensificado su escrutinio de las empresas estadounidenses.

China ha dificultado durante mucho tiempo la entrada de las compañías de telecomunicaciones de EU a su mercado, ya que exige que los operadores extranjeros inviertan junto con empresas locales y requieren la autorización del Gobierno central.

Uno de los puntos más contenciosos ha sido la campaña de la Administración Trump para tratar de limitar el negocio de Huawei en Estados Unidos y presionar a los aliados para que eviten el equipamiento en sus redes.

Huawei estaba incluida en una lista del Pentágono, difundida la semana pasada, de compañías que dice son propiedad o están controladas por el Ejército de China, lo que las expone a un mayor escrutinio. El Ministerio de Relaciones Exteriores en Beijing acusó a la Administración Trump de “violar el principio mismo de economía de mercado que EU defiende”.

“Ahora estamos jugando en un campo mucho más amplio”, manifestó Jim Lucier, director gerente de la firma de investigación Capital Alpha Partners. “No estamos hablando simplemente de ‘me cobra aranceles’ y ‘yo le cobro aranceles’. El campo de juego es prácticamente ilimitado”.

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