martes, 10 de febrero de 2015

Uno de cada cinco mexicanos con actitud emergente

Fuente: Santiago González / Revista Así es esto del Abarrote 

El hartazgo de la mayoría de los mexicanos con el estado de cosas imperante “está tocando fondo”, advirtieron Gabriela de la Riva y Alfredo Troncoso, directivos de la empresa de investigación de mercados De la Riva Group, y añadieron que mediante estudios de mercado se ha constatado un cambio cultural importante y fuerte, en el cual 20 por ciento de los mexicanos ya configuran un sector social emergente que busca no tropezar con la misma piedra de generaciones anteriores, sino encontrar soluciones nuevas a problemas personales y nacionales.

Durante la Cena Amigos de ANAM que ofreció a proveedores la Asociación Nacional de Abarroteros Mayoristas, De la Riva y Troncoso desarrollaron el tema “México Emergente”, en el que citaron los resultados del referido estudio.


El Director General de la asociación, Iñaki Landáburu Llaguno, explicó que los directivos de la firma de investigación de mercados concurrieron invitados por la empresa de Consejeros Comerciales, Investigación Sistematizada de Canales y Mercados (ISCAM) para exponer indicadores relativos a “la percepción que tenemos los mexicanos de los mismos mexicanos y de nuestro país, así como la percepción que el extranjero tiene de nosotros y cuáles son las grandes diferencias” entre uno y otros.
Los expositores explicaron que esta radiografía de la sociedad mexicana fue determinada por una investigación que abarcó alrededor de diez mil encuestas, entrevistas, sesiones de análisis y estudios multidisciplinarios realizada por la empresa referida, a partir de la hipótesis de que la mayoría de los mexicanos “está hasta la madre de muchas cosas” que ocurren en el ámbito de la vida social.

Al explicar el origen del estudio, de la Riva recordó que hace dos años fueron realizadas investigaciones en las 32 entidades federativas y casi todos los municipios, “con gente que estaba presente en los mercaditos, en las tienditas, en las casas, con las familias”.

No fue -acotó- una encuesta nada más cerrada, casa por casa o por teléfono, sino con antropólogos y sesiones de grupo, como parte de una investigación sobre la campaña político-electoral de aquel entonces.

“Empezaron a llamarnos la atención, muchísimo, dos cosas: por un lado muchos hasta la madre, literalmente. Muchos adolescentes que decían estar hasta la madre de muchas cosas”, pero también que existe disposición para el cambio.

“Estuvimos en Nuevo León. Pequeños inversionistas que quería abrir un negocio están hasta la madre de la corrupción, de todos los papeleos, de los problemas; se tienen que mochar y tienen que dar mordidas y dinero para todo; las amas de casa y las mamás están hasta la madre porque no tienen con quién dejar a los hijos; los maestros no quieren dar las clases, etcétera”.

Señaló que si bien hace unas tres décadas el mexicano era muy nacionalista y con sus símbolos, con su México, no se podía nadie meter, porque “como México no hay dos”, ahora se encontró que -por ejemplo- mexicanos residentes en Estados Unidos decían: “Yo me acabo de venir porque no tenía trabajo. No me gusta como está México, por eso me vine”, o “yo me quiero ir fuera a estudiar, no me gusta como está México”.

NIÑOS Y MAESTROS

Gabriela de la Riva aseguró que incluso niños -de 10 a 12 años-, al ser consultados acerca de qué les hacía sentir orgullo o qué le cambiarían a México, expresaban: “yo cambiaría la letra del Himno Nacional” debido a las alusiones bélicas. Eso salió en cuatro estados.

“Otra: Los maestros. Les dan mucho miedo los maestros”, aseguró De la Riva, y añadió que los niños decían: “ustedes ya estudiaron, ya salieron adelante, tienen su negocio, pero qué vamos hacer nosotros con esos maestros que están en huelga, violentos, que están rompiendo vidrios, que se están manifestando y que no saben utilizar una computadora”. Cambiarían a los maestros de México.

“Otra cosa que me llamó la atención: que los niños quemarían los libros de texto de la SEP”. Según la investigadora de mercados, “un chavito” de diez años dijo: yo admiro la historia de Steve Jobs, yo sé la historia de Steve Jobs, me sé los pasos que hizo; yo admiro a Steve Jobs y en el libro de la SEP  quieren que yo admire al Pípila cabrón”.

“Y le digo -continuó De la Riva-, ¿quién era el Pípila? Era un indio que cargaba una piedra  grandota. Y ¿por qué la cargaba? No sé; pero, sabes, métete a www ta, ta, ta  y ahí vas a ver que los niños suicidas no existieron -esos que se envolvieron en la bandera- ni el Pípila  existió. Y la historia no es así. Métete a Internet”.

Todos esos detalles -abundó la investigadora- nos hicieron ver que México estaba cambiando. Y a partir de esta convicción, surgió la idea de hacer un estudio más grande y profundo, que inicialmente se planeó proponérselo al gobierno y luego dijimos “si es del gobierno nadie le va hacer caso”. Al final, “tuvimos muchos clientes que nos apoyaron  y nos dijeron: órale, le entremos para  hacer un buen estudio”.

Relató de modo somero la metodología de la investigación:

“Decidimos empezar, primero, revisando todo lo que habíamos hecho en los últimos años: etnografías, sesiones de grupo, estudios cuantitativos; todo lo que se había escrito en México en los últimos meses o en el último año, no sólo por mexicanos sino por extranjeros. Después, empezamos haciendo una entrevista con 32 expertos mexicanos en diferentes ámbitos, líderes de opinión desde chefs, futurólogos. Nos encontramos con don Julio Millán, que fue una bendición, que nos dijo que México no tenía una narrativa de país”.

“Entrevistamos a 32 expertos y de ahí empezaron a salir hipótesis. Qué está pasando con México y para dónde va México. Y luego nos fuimos a hacer la parte cualitativa y cuantitativa para evaluar todas las hipótesis que teníamos, Y nos fuimos a hacer un estudio en diez países. Porque encontramos que no había un estudio que hubiera hecho México, ni reciente ni no reciente, en donde hubiéramos ido a preguntar al mundo cómo nos ve, Queríamos ver cómo nos vemos nosotros; pero queríamos ver cómo nos ven y fuimos a Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Francia, Brasil, China, Singapur, India, Arabia Saudita”.

Dijo que Alfredo Troncoso,especialista en semiótica y un colega suyo inglés, coordinaron el trabajo de un semiólogo de cada país y el estudio en cada uno de los países, y posteriormente presentaron los resultados.

Informó que “uno de los clientes que nos comprobó el estudio fue Presidencia de la República”, instancia la cual “nos dijo: ‘oigan no me atrevo yo a tomar decisiones sólo con una muestra cuantitativa de dos mil 200 opiniones’, y entonces fuimos a hacer un estudio pagado por el gobierno de 8 mil y pico de sesiones o encuestas o entrevistas adicionales”, cuyos resultados -aseguró- “vinieron a confirmar lo que nosotros habíamos dicho”.

De acuerdo con la experta en investigación de mercados el estudio reflejó que “México está hasta la madre, entre otras cosas, de la corrupción, de luchar y nada, de ser destructores de nuestro propio país, de no poder comprar lo que me gusta, de hacernos menos frente a los otros y del machismo que nada más no acaba”.

El hartazgo abarca el hecho de que las grandes empresas se financian –“esto sale mucho en los empresario jóvenes”-- con pequeños empresarios. Porque, “se está dando un estilo de hacer negocios y de financiar y pagarte a ti pequeño proveedor, a los 90 días, a los cuatro o seis meses, y quiebro y cierro. Nos encontramos con varios empresarios jóvenes que habían cerrado sus pequeños changarros por estas prácticas”.

También hay hartazgo de ser los “sombrerudos” de las películas, sin embargo cuando los mexicanos asisten, por ejemplo, a partidos de futbol, gustan de llevar grandes sombreros.

La mayoría de los mexicanos encuestados se cuestiona también, según De la Riva, “la falta de huevos para triunfar”. Ya saben -explicó-, el típico sí se puede. Que quiere decir, “cuando vas a meter el penalti, neta, se puede sesgar. O, si la Virgen de Guadalupe no nos hace el milagro, no se puede. No tenemos esa decisión de decir: me paro y... sí, meto el penalty, o meto el gol; sí podemos ganar”.

EN EL FONDO

Sin embargo, lo interesante según el estudio es que “en este momento es cuando México está tocando fondo” en lo que se refiere al hartazgo. “Estamos en un nivel tal que, si no vamos a un hartazgo activo y capitalizamos hacía algo positivo esa energía, ese coraje,vamos a quejarnos,a tocar el claxon, a pegarle al vecino, a hacer manifestaciones, quebrar vidrios, etcétera. Porque la energía tiene que salir por algún lado”.

México -diagnosticó De la Riva- no va a cambiar, si esperamos que cambie y seguimos haciendo lo mismo.

A manera de ejemplo del cambio que se percibe comentó que hace ocho o nueve años “le preguntamos a los diferentes segmentos: oye qué preferirías, que te regalara un coche o te diera la lana para que empezaras un negocio; que te diera el dinero para una despensa o que te diera la lana para poner tus tacos de canasta. Nueve de cada diez mexicanos nos dijeron que preferían la lana; más vale pájaro en mano que ciento volando, Hoy, nueve años después -queson nada- ocho de cada diez mexicanos nos dice: ‘dame las facilidades, la infraestructura;  ayúdame a lanzarme y hacer algo’. Esto es un cambio muy significativo”.

Indicó que, de acuerdo con analistas de la revolución digital, para que se den cambios importantes en un país se deben unir tres elementos muy importantes: el económico, el cultural y el tecnológico. “Y en el primer aspecto, en los diez países a los que fuimos, los líderes entrevistados coincidieron en que México está en un momento económico, coyuntural y geográfico especial, que había que capitalizar; y que realmente lo iba a lograr hacer. México puede ser el centro de muchas cosas”.

En lo cultural, está habiendo cambios dramáticos, muy rápidos, en todos los niveles socioeconómicos y hasta el lugares que nunca hubiéramos imaginado, y se están dando gracias al cambio de la tecnología, a pesar de que México no es un líder tecnológico ni un país punta de lanza en tecnología. Precisó que en niveles bajosmucha gente invierte en un teléfono inteligente  y deja de comprar un refrigerador o una  u otra cosa para su casa. Y este cambio tecnológico, o esta ventana al mundo ha hecho que empiecen a cambiar cosas en México. Por ejemplo, las decisiones en materia de coches o bancos, que eran un mundo muy masculino-adulto y ahora es ya también de mujeres. Y en alcohol, ya se toma en cuenta a las mujeres.

En el tema de coches, de bancos o determinadas marcas, si el papá y la mamá decidieron hacer una compra, el niño se mete a internet y opina acerca del vehículo y convence a la familia. Hasta el estilo de comida está cambiando. Muchos cambios culturales se están dando en México gracias a la tecnología, indicó.

Por ello, “si no nos subimos a la ola del cambio, nos vamos a quedar atrás. Este momento es tan importante… Porque o nos subimos y capitalizamos, aprovechamos, ese cambio cultural tan importante y tan fuerte que se está dando o nos quedaremos con los que se van a quedar retrasados”.

PROBLEMA DE IMAGEN

En su turno Alfredo Troncoso se refirió, entre otros aspectos, a la manera cómo se ve a México y los mexicanos desde fuera. Advirtió que “para empezar, no nos ven del todo sino a partir de lo que Hollywood dice de nosotros; o sea, a partir de signos según los cuales México está afuera, no en nuestras manos sino en las de Hollywood. O a partir de la terrible frase de que “México es despreciado por un vecino que tiene la voz más potente del planeta”.

Imagínense ustedes -dijo Troncoso- si su reputación dependiera de alguien que los desprecia, cómo estaría su reputación personal; en buena medida eso pasa con México en manos de Hollywood. Al sur de la frontera -como dicen los americanos- hay prostitución, gangsters, un mundo fuera de la ley, etcétera.

Añadió que “cuando preguntamos a chinos, brasileños, españoles, americanos, etcétera, consistentemente los americanos nos evalúan más bajo”.

De acuerdo con el analista, en el exterior también hay hartazgo de que México siempre proyecta lo mismo, lo cual significa que en la actualidad se proyecta estancamiento, la idea de que nuestro país no cambia, no se mueve. No obstante, “los chinos nos evalúan bastante positivamente”.

En resumen, tenemos problemas con nuestra imagen. Uno, porque dejamos que otros la cuenten por nosotros; dos -en esto si tenemos la culpa nosotros, no alguien más-, porque hace rato que no decimos algo nuevo, asentó.

Troncoso puso como ejemplo que en materia de promoción turística se opta por la vía fácil de lo reconocible. “Ponemos tequila, sarape, playas, y ya cumplimos. En esta tesitura, ¿dónde está la sorpresa? El mundo se hartó de ver lo mismo. Y por si fuera poco en la región otros han hecho muy bien la tarea: Costa Rica, Brasil, Perú.”

Respecto a la visión que los mexicanos tenemos de nosotros mismos, Gabriela de la Riva señaló que “resaltan mucho los tatuajes; es decir, los estereotipos. Eso que nos hace ver de una forma equis. Por ejemplo, que el alemán es  muy puntual, metódico y que le gusta la tecnología”.

Aseguró que “tenemos una gran cantidad de tatuajes culturales o históricos que no nos dejan caminar. Por ejemplo, traemos un rollo y un complejo de ser indios, y otro consistente en que nos cuesta mucho reírnos de nosotros mismos. Y otro más, que no leemos”.

Según el estudio, cinco de cada diez piensan que México es un país acomplejado. “Rico Vera, un español  catalán, doctor en psiquiatría, muy famoso, que anda por el mundo y se dedica a la codificación, nos decía que de todos los países que él ha visitado, el país en donde ha encontrado menos autoestima o la más baja y más lastimada, es en México”.

Al respecto, la investigadora explicó que la autoestima tan baja ocasiona que el nivel de violencia sea alto y viceversa, si la autoestima de una sociedad es alta, la violencia se reduce. Dijo que otro estudio reciente demostró que siete de cada diez mexicanos ha vivido situaciones de violencia intrafamiliar en los últimos años.

CAMBIO DE ESTEREOTIPOS

Sin embargo, prosiguió De la Riva, hay datos en el sentido de que estos tatuajes están cambiando. El panorama es bastante gris; pero hay pistas de que esto se está moviendo. Una de esas pistas es que el orgullo se está buscando desde adentro, no desde fuera. Y otra, que queremos apostarle a nuevas soluciones.

Hizo notar que antes privaba un orgullo pasivo, pues nos decían de quién deberíamos sentirnos orgullosos -por ejemplo, de los héroes que nos dieron Patria- y entre otros estaban Zapata, El Pípila y los Niños Héroes; las tradiciones jugaban un papel importante.

Ahora, “cuando preguntamos de quién te sientes orgulloso, muchos me dijeron de mi, de lo que yo estoy haciendo, de lo que yo estoy logrando. O de mi mamá, de mi tío fulanito, que es un chingón y ha hecho cosas padrísimas”.

Ahora, además, en vez de ser más competidores o chingones -en el sentido de pasar encima de otros para salir adelante-, los chavos nos decían: somos rifados. Los rifados podemos ser competentes todos. Me tengo que rifar. Podemos trabajar juntos. Cambiamos de los competidores a los competentes.

En la actualidad, prosiguió De la Riva, los mexicanos queremos que nos consideren fuertes, solidarios, innovadores, ganadores. Y en este punto recomendó a los socios de la ANAM: “Ojo en la comunicación y los discursos para sus clientes, para su gente, para sus productos, para sus marcas. La gente quiere marcas. Y quiere empresas innovadoras y ganadoras, que inspiren a eso”.

Detalló que un cambio muy importante es que el 40 por ciento de los mexicanos quieren pasar de ser “luchones” y sufridos a ser “logrones”.

Según la investigación de De la Riva Group, la relación ricos-pobres ya cambió y del resentimiento y las acusaciones de que los ricos lo son porque explotan y  no pagan impuestos, ahora “hay un nuevo código que se está dando en México -y por eso el nombre del estudio es el Código Emergente-, que son nuevas formas de relacionarse y de arreglar este asunto entre ricos y pobres, porque eran muy extremistas”.

Esto significa que para los mismos problemas de siempre estamos usando formas diferentes de resolverlos. Están los códigos emergentes, que son los que se salen de esa ola roja, de lo que está haciendo todo mundo, y se atreven a ensayar y hacer cosas diferentes. 20 por ciento de los mexicanos están en la actitud que nosotros llamamos emergentes; 67 por ciento en una categoría denominada dominante, y sólo 13 por ciento está en la actitud de aplicar a los problemas soluciones viejas.

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