lunes, 3 de agosto de 2015

Una vergüenza la desigualdad social: iglesia

Fuente: Norma Patiño Villalobos 

La Jerarquía católica acusó al Gobierno Federal de aplicar políticas sociales “fracasadas” como lo hace la Secretaría de Desarrollo Social  a cargo de Rosario Robles Berlanga, ya que en un país con una gran cantidad de recursos, “es un escándalo y una vergüenza tanta desigualdad social”.

Del mismo modo alertó de la prevalencia del fenómeno “de la globalización de la indiferencia donde la clase política reporta un cinismo inmoral y escandaloso”.

En su editorial semanal de la Arquidiócesis Primada de México que se publica en el semanario Desde la Fe, la Iglesia Católica en su titular “Fracaso de las políticas sociales” critica la “alarmante pobreza” en México la cual si bien ya no es noticia, esta da “vergüenza”.

Sostiene que el actual gobierno de la República ha destinado enormes cantidades de recursos y programas para abatir esta situación, pero los resultados siguen siendo negativos: en los últimos tres años, han aumentado casi dos millones los mexicanos pobres, de tal manera que no sólo no disminuye la pobreza, sino que se agrava la situación, “por lo que no podemos dejar de advertir que hay un evidente fracaso en las políticas públicas en esta materia, tantos en los gobiernos panistas como en el actual”. 

Asimismodestacó la indiferencia que sobre la pobreza se reporta y que en algunos se convierte en cinismo. 

“Hay tantos pobres en nuestro México, que ya no somos sensibles al drama de los demás ni lo vemos como responsabilidad nuestra; se da el fenómeno de la globalización de la indiferencia y, en la clase política, un cinismo inmoral y escandaloso”, sostuvo la editorial.

Aseguró que representantes y servidores de un pueblo pobre viven en medio del despilfarro y con lujos insultantes, preocupados sólo del propio enriquecimiento y de la autocomplacencia.

Por lo anterior cuestionó: ¿Cuántos años más y cuántos pobres más se necesitan para que el gobierno y la sociedad reaccionen antes de que sea demasiado tarde y el populismo político haga de las suyas, o la desesperanza se transforme en violencia?

Si bien, precisó la editorial, esto ha sucedido los últimos treinta años, es momento de hacer una exigencia de sentido común para revisar a fondo lo que está sucediendo ya que insistió: “en un país con una gran cantidad de recursos, es un escándalo y una vergüenza tanta desigualdad social”.

Por ello, agregó, no es noticia la alarmante pobreza que vivimos en nuestro país. Los datos más recientes del INEGI, en este 2015, sólo han corroborado, una vez más, lo que todos sabemos y vemos, que más de la mitad de la población tiene niveles de vida inferiores a la línea de bienestar, lo que equivale a no contar con recursos suficientes para alimentación, salud y educación, además de una grave deficiencia habitacional, con casas mal construidas y no terminadas, en zonas irregulares y de riesgo; en suma, un país con más de cincuenta millones de personas que todos los días deben luchar por subsistir.

En un primer análisis, aparece la cadena de corrupción propiciada por las instituciones que atienden este problema.

Tres ejemplos bastan: el uso político que se da en los estados más pobres, como Chiapas, con un gobierno irresponsable y manipulador que por intereses partidistas pasan por encima de la dignidad de los más pobres,

También está el abuso que se ha permitido a organizaciones sindicales, como en Oaxaca, donde por años han condicionado la ayuda en perjuicio de la educación de los niños y adolescentes, o bien, la ineficiencia de los directivos de la política social, más preocupados de la imagen que de los resultados, que hoy queda claro, son un rotundo fracaso. 

“La corrupción impide mirar el futuro con esperanza –dice el Papa Francisco–, porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse después en escándalos públicos”.

Un segundo aspecto está en la inequidad e injusticia presentes por todas partes: desde la economía informal, los subempleos carentes de toda seguridad social, hasta la exagerada exigencia fiscal a las pequeñas empresas que no logran subsistir. 

Se trata –dice una vez más el Papa Francisco–, de una economía de la exclusión, donde grandes masas de la población quedan marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.

Asimismo, preocupa la incontenible devaluación del peso, la caída brutal de los ingresos petroleros y la frustración por el mediocre crecimiento de la economía del país, concluyó.

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