Fuente: Redacción ACJ
La lactancia materna ha
disminuido en México. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 revela que
a nivel nacional, sólo 14.4 por ciento de las progenitoras amamantan,
principalmente por cuestiones laborales.
“Ni siquiera alimentan 45
días a sus hijos. Suspenden 20 días antes de regresar a sus ocupaciones, pues
les preocupa lo difícil que es desapegar al bebé del seno”, señaló Maritza
Guerra Hernández, enfermera egresada de la FES Iztacala de la UNAM.
Otro factor que influye es
que tanto instituciones públicas como privadas sólo otorgan 45 días después del
parto, como establece el artículo 170 de la Ley Federal del Trabajo.
Tampoco, como establece esa
norma, tienen el derecho mínimo a dos descansos de 30 minutos para la
extracción de leche en un lugar higiénico y adecuado, porque pocas empresas
poseen cuartos especiales para ello e incluso en las instituciones de salud
apenas se ha comenzado a pugnar por espacios con estas características.
Las cesáreas —que se han
incrementado—, limitan la lactancia materna, pues la anestesia empleada “pone
trabas al apego inmediato, pues es preciso amamantar en los primeros 30 minutos
para fomentar el vínculo”, señaló Guerra Hernández, especialista en Enfermería
Perinatal por la ENEO.
Desnutrición de las
progenitoras, características fisiológicas del seno materno (pezón invertido o
plano) e incluso cuestiones sociales, también se cuentan entre las
dificultades.
Además, muchas jóvenes no lo
hacen “porque les preocupa la estética”.
En una encuesta aplicada a
madres de 12 a 44 años de edad con vástagos de 10 meses o menos, se mencionaron
tres razones recurrentes para suspenderla: se deforman los senos, la glándula
mamaria se torna flácida y el miedo de no gustar lo mismo a su pareja.
Sin embargo, más que
perjuicios, la lactancia brinda beneficios. Al referirse al informe académico
elaborado en coautoría con Xóchitl Hernández Morales y expuesto en el Tercer
Congreso de Estudios de Posgrado 2013, Maritza Guerra señaló que “el apego
madre-hijo es el principal aspecto positivo, pues reduce las hemorragias
—primera causa de mortalidad materna— y en los 30 primeros minutos después del
parto ayuda a que el útero involucione más rápido al reducir el sangrado”.
En las madres, su práctica
previene el cáncer cérvico-uterino y el de mama, ayuda a bajar el peso ganado
en el embarazo y evita enfermedades crónico-degenerativas, como hipertensión y
diabetes.
En los bebés, permite
establecer un patrón de succión-deglución-respiración, previene la obesidad,
diabetes mellitus tipo 2, enfermedades gastrointestinales y respiratorias, y
fortalece el sistema inmunológico, ya que las mejores defensas las provee la
lecha materna.
Además, diversos estudios
indican que los infantes alimentados con seno tienen mejor nivel mental y son
más seguros.
La Organización Mundial de
la Salud recomienda mínimo seis meses.
Luego inicia la ablactación,
periodo en que se empieza a dar otro tipo de alimentos al pequeño y, en caso
que madre e hijo lo requieran, se prolonga hasta los cinco años. En México, el
proceso se suspende entre los dos y tres años.
En el primer medio año,
agregó Guerra Hernández, la lactancia debe ser exclusiva: sólo con seno
materno, sin mezclar fórmulas ni otro tipo de alimentos.
Por creencias de las
abuelas, se da té u otros comestibles a los bebés, sin saber que el organismo
de los lactantes no está adaptado para digerirlos o degradarlos.
Esa práctica puede
incrementar el riesgo de infecciones gastrointestinales, sobre todo en áreas
rurales, donde por falta de recursos e información no se hierve el agua o no
hay higiene adecuada.
Estadísticas del INEGI y de
la Secretaría de Salud cuentan a estos padecimientos entre las 10 primeras
causas de muerte infantil.
En atención a este fenómeno,
diversas instituciones públicas fomentan la alimentación de bebés por seno
materno. La Secretaría de Salud del Estado de México, donde labora Maritza
Guerra, pide a su personal tomar el Curso Avanzado de Apoyo a la Lactancia
Materna (CAALMA).
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