Por Redacción
Más de 1.5 billones de dólares en daños y
pérdidas económicas en la última década.
Una planificación más eficaz para enfrentar los
desastres naturales y de origen humano que aumente la colaboración entre países
y fomente a los hogares y las empresas asumir mayor responsabilidad ayudaría a
mejorar la resilencia y a reducir futuras pérdidas económicas, según un nuevo
informe de la OCDE.
De acuerdo al estudio “Impulsando la Resilencia a
través de la Administración Innovadora de los Riesgos “ se estima que los terremotos, disturbios
sociales, los accidentes laborales, ataques terroristas, pandemias y otros
eventos inquietantes han costado a los países avanzados y emergentes alrededor
de 1.5 billones de dólares en daños y pérdidas económicas en la última década,
más del doble de lo que costaban en los últimos 10 años.
Sin acciones inmediatas, estos costos podrían
subir aún más, debido al cambio climático; las grandes concentraciones de
personas y activos en zonas de riesgo, y vínculos económicos más estrechos
entre los países haciendo que el impacto de este tipo de eventos se propague
ahora más rápidamente a través de las fronteras y los sectores empresariales.
"Estos eventos inquietantes están ocurriendo
con mayor frecuencia y el aumento de nuestras ciudades cada vez más densas y
economías interconectadas significan que los costos son cada vez mayores a lo
largo del tiempo, dijo Rolf Alter, Director de Gobernanza Pública y Desarrollo
Territorial de la OCDE, en el lanzamiento del informe en el Foro de la OCDE en
París.
Señaló que "Mayor la eficacia en la gestión de riesgos para mejorar nuestra
resistencia a las crisis es la única manera de reducir el impacto en las
sociedades y las economías."
Pérdidas
económicas debido a desastres en países OCDE y BRIC, 1980-2012
El informe identifica las debilidades que corren
el riesgo de convertirse en pérdidas futuras. Estas incluyen fallas en el
mantenimiento de la infraestructura de protección, el fracaso de reformas
regulatorias para mantener el ritmo y causas de los nuevos patrones de riesgo,
las deficiencias en algunos proveedores del sector privado de infraestructura
clave, como energía, y la insuficiente inversión de las personas para proteger
los activos. Muestra también que el fracaso de un país a gestionar
adecuadamente un riesgo importante puede tener un grave impacto en los demás
países.
Los gobiernos deben tomar medidas para aumentar
la conciencia pública y reducir la excesiva dependencia del estado para cubrir
el costo de los desastres, dice el informe. Sugiere hacer un mejor uso de los
incentivos financieros para alentar a las empresas y las personas a protegerse
contra los riesgos, y mayor coordinación e intercambio de datos a nivel nacional e internacional como una forma de
disminuir los costos de los desastres.
Además de la trágica pérdida de vidas de los
últimos desastres, los terremotos de Chile y Nueva Zelanda en 2010 y 2011 que
costaron 10% y 20% del PIB anual, respectivamente. El terremoto de Japón de
2011, el tsunami y el desastre nuclear contribuyeron en gran medida a una
contracción económica del 0,7% ese año e impactó en la economía mundial debido
la interrupción de las cadenas de suministro industrial.
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