Fuente: La Jornada.com
El 6% de la pérdida global
cubriría la nutrición de 47 millones de personas.
Cada año la región pierde
15% de la alimentación disponible
Afecta el medio ambiente por
la utilización no sostenible de recursos naturales, aumenta los precios y
perjudica al consumidor.
En América Latina y el
Caribe se pierden y desperdician más alimentos que los que son necesarios para
satisfacer las necesidades nutricionales de las 47 millones de personas que aún
sufren hambre en la región, señaló aquí la FAO.
Esto es 6 por ciento de las
pérdidas globales de alimentos en la región, según el informe Pérdidas y
desperdicios de alimentos en América Latina y el Caribe, de la Oficina Regional
de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO).
Con los alimentos que se
pierden sólo a nivel de la venta al detalle –en supermercados, ferias libres,
almacenes y demás puestos de venta– se podría alimentar a más de 30 millones de
personas, 64 por ciento de quienes sufren hambre en la región, señaló el
documento.
Los alimentos que se pierden
a este nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice y Colombia son
equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes sufren
hambre en dichos países, subrayó el informe dado a conocer en Santiago.
Antigua y Barbuda, Bahamas,
Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Trinidad y Tobago, Belice, Bolivia, Colombia,
Ecuador, El Salvador, Surinam y Uruguay podrían disponer de los alimentos que
necesitan para lograr el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si
redujeran esas pérdidas.
Cada año la región pierde o
desperdicia alrededor de 15 por ciento de sus alimentos disponibles, añadió.
Ello afecta la
sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduce la disponibilidad local y
mundial de comida, genera menores ingresos para los productores y aumenta los
precios para los consumidores”, explicó el representante regional de la FAO,
Raúl Benítez.
El funcionario agregó que
las pérdidas y desperdicios también tienen un efecto negativo sobre el medio
ambiente debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales.
Según la FAO, las pérdidas
se refieren a la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo
humano en las fases de producción, poscosecha, almacenamiento y transporte.
El desperdicio de alimentos
se refiere a las pérdidas derivadas de la decisión de desechar alimentos que
todavía tienen valor nutricional, y se asocia principalmente con el
comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de
comida y los consumidores.
Las pérdidas y desperdicios
ocurren a lo largo de la cadena alimentaria: en la región 28 por ciento se da a
nivel del consumidor; otro 28 en la producción, 17 en mercado y distribución,
22 en el manejo y almacenamiento y 6 por ciento restante en el procesamiento.
Aunque es importante señalar
que los países de la región disponen de calorías más que suficientes para
alimentar a todos sus ciudadanos, la enorme cantidad de alimentos que se
pierden o que acaban en la basura es sencillamente inaceptable, explicó
Benítez.
A escala global, de acuerdo
con el informe de la FAO, entre un cuarto y un tercio de los alimentos
producidos anualmente para consumo humano se pierde o desperdicia. Esto
equivale a cerca de mil 300 millones de toneladas de alimentos, lo que incluye
30 por ciento de los cereales, entre 40 y 50 de las raíces, frutas, hortalizas
y semillas oleaginosas, 20 de la carne y productos lácteos y 35 de los
pescados.
La FAO calcula que dichos
alimentos serían suficientes para alimentar a 2 mil millones de personas.
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